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Dudas y comentarios que surgen a menudo en terapia. Helen Flix

Actualizado: 3 ago 2023



Este blog está en formato audio en la plataforma podcast de Anchor para escucharla, podéis pinchar en el link https://anchor.fm/helenflix


Hay situaciones curiosas de las que no solemos hablar en blogs, en conferencias, en situaciones formales, pero sí entre nosotros en situaciones lúdicas. Comentarios que en una u otra ocasión nuestros pacientes o clientes no han hecho sobre la terapia o las obsesiones de los padres de pacientes adultos, muy adultos, sobre las sesiones.

Y me ha parecido interesante aclarar algunas en este artículo.


1/ Cuando comencé las sesiones pensé que no me servirían de nada, porque ya tengo muchas amigas con las que hablo del problema, pero tú me haces unas preguntas y a veces me ofreces unas imágenes de lo que hablamos que me impactan y me lo hacen mirar de nuevo con otros ojos.

Aquí siempre aparece una sonrisa amable en mi rostro

Las personas suelen pensar que es solo charlar por charlar con el psicólogo y que además luego te va a decir como tienes que pensar y que tienes que hacer, eso no es terapia, ni ser terapeuta es charlatanería e intrusismo.

El psicólogo/a con sus preguntas, aforismos, reflexiones, ejercicios o recomendaciones de libros o de películas lo que quiere promover es que el cliente / paciente descubra por si mismo lo más rápido posible donde están sus zonas erróneas y que por primera vez utilice su libre albedrio para reconstruirse a si mismo.

Otras veces ayudar a que la persona pueda reinterpretar lo vivido desde un lugar diferente le liberará de la carga de esa vivencia o experiencia.


2/ La psicóloga te pondrá en contra nuestra o en contra mía, seguro que te dice que me dejes (si es una pareja insegura) o seguro que me culpabilizara a mí, a nosotros de todo lo que te ocurre porque los psicólogos siempre culpabilizan a la madre de todo y entonces me odiarás.

Esta es otra de las confesiones que terminan haciéndome algunas personas, seguimos con la idea de que Freud dijo que la culpa de todo era de las madres, en cambio él dijo que “había que matar al padre si queríamos hacernos adultos”.

Bromas aparte, a veces la familia o la pareja nos ven como enemigos en lugar de herramientas de mejora del sujeto, mejora que también les terminará repercutiendo a ellos con el bienestar del hijo o de la pareja o de una relación del sujeto con los otros más madura y sana.

Excepto que estemos en peligro de muerte o nuestra integridad física y moral se vea gravemente atacada, cualquier profesional lo que busca es que comprendamos lo que nos ha herido y podamos reestructurarlo para darle una función de evolución y superación personal. Ayudándonos a poner limites sanos en las relaciones personales lo que nos mejorara y mejorara la relación con los demás.

Incluso en el caso extremo de tener una madre con un TLP que esté a nuestro cargo por edad o el caso de tener un hijo/a con ese trastorno, pongo este ejemplo porque son considerados en los libros como altamente tóxicos, en terapia ayudamos a construir estrategias psicológicas para sobrevivir mentalmente a sus juegos de manipulación ya que por “amor incondicional” no nos vamos a ver capaces de dejarlos a su suerte. Otra cosa es cuando nos encontramos con una pareja o un jefe o un familiar “Perverso Narcisista”. Pero a ello ya le dedicaremos algunos artículos.

Declaro que los progenitores, los abuelos e incluso las suegras y las ex y los ex de mis pacientes me caen bien, y eso nos lleva a otro de los temas, la Subjetividad


3/ Claro me dicen que yo solo te cuento mi visión, que esa es mi interpretación que tal vez tendrían que venir para contarte la suya y lo que yo les hago. Pero yo no quiero que invadan este espacio MIO.

Si no estamos haciendo terapia de pareja o terapia Sistémica en la que todo el sistema familiar o el sistema de pareja han de participar juntos para que descubran sus dinámicas disfuncionales el adulto, aunque sea un joven adulto (de 20 a los 30) y paguen la terapia sus padres, tiene derecho a no dejar que invadan su espacio terapéutico.

Los psicólogos sabemos que trabajamos permanentemente como funambulistas caminando por la subjetividad del cliente. Estamos entrenados para ello, por eso tantos másteres, actualizaciones de protocolos y reciclajes.

Cuando nuestro sujeto de terapia nos cuenta su versión de la historia, es esa la que nos interesa, porque su interpretación es precisamente lo que ha construido su autoimagen positiva y negativa, sus creencias limitantes, así como sus soluciones intentadas frente a los problemas precisamente para poderlos sostener o solucionar, y eso es unos casos se ha convertido en funcional y en otros la causa de su sufrimiento, pues se han convertido en disfuncionales.

El profesional desde las distintas escuelas psicológicas lo que ha aprendido es a actuar sobre esa interpretación, nunca, nunca busca culpables, y cada actuación estará dirigida a que la persona pueda interpretar desde un lugar neutro o saludable lo sucedido y elegir que nuevas Soluciones Intentadas funcionales puede aplicar a su vida desde su subjetividad.

Nuestros padres cambiaron lo que en su infancia o juventud les causó dolor, mejoraron la herencia psicológica recibida y nosotros evolucionamos mejorando nuestra generación, solucionando lo que nos ha causado sufrimiento a nosotros y si observamos a nuestros hermanos cada uno tiene distintas interpretaciones de lo vivido en nuestra familia y les ha dejado distintas heridas a las nuestras que tendrá que superar.

Es la Gracia del Instinto de Superación de la Especie y solo sobreviven los más adaptables al cambio. La terapia ayuda a precisamente a entender eso.


4/ Díselo todo, seguro que le mientes y solo le cuentas lo que te conviene.

Un niño es posible que por costumbre intente falsear su imagen, sabe que los adultos le juzgan siempre, profesores, padres, familia, pero es trabajo del terapeuta durante las primeras sesiones crear un ambiente de confianza donde el niño/joven no se sienta juzgado y pueda expresarse abiertamente y con naturalidad.

Un adulto puede mentir deliberadamente en las terapias de adicciones que realiza forzado por la familia o las autoridades. O en una terapia de pareja que hace coaccionada/o pero que la persona ya tiene claro que quiere dejar al otro o que no piensa cambiar sus hábitos y va para que el otro u otra se callen. O para que el profesional le de la razón.

Lo habitual es que si he escogido ir a terapia, después de las primeras sesiones donde se genera la confianza entre los dos y la adscripción a la terapia, las personas vayan atreviéndose a hablar de todo incluso de lo que más les avergüenza.

Saben que no serán juzgados si no acompañados en encontrar la salida a su oscuridad o la solución a sus conflictos o a aceptarse a sí mismos con amor.

Además hemos sido entrenados para observar al sujeto como habla dependiendo del tema, como cambia su postura corporal, los gestos, el tono de voz, y poco a poco vamos descubriendo cuando se auto engaña, cuando nos cuenta algo a medias, que significan sus omisiones o sus silencios…. Pero no lo observamos para decirle ¡Te Pille! ¡Has Mentido!

Si no para poder sintonizar mejor con él o ella y poderle acompañar y ayudar mejor.

SI el tema de las mentiras os interesa mandadme un email o por Instagram poneros en contacto y pedidlo.


5/ Ya he ido a otros profesionales, pero ninguno me dio respuesta a lo que le pedía, no me entendieron, vengo a ti porque mi mejor amiga esta encantada contigo y me insiste mucho, pero no tengo fe en que puedas entenderme.

Adaptar la terapia a la persona y no la persona a la terapia

Un buen terapeuta ha de adaptarse él al lenguaje, a sus creencias filosóficas, a su manera de interpretar el mundo para que puedan sintonizar. No hay clientes imposibles, hay malos terapeutas. También el terapeuta ha de conocer sus límites y si hay algún tema por sus propias creencias o por su circunstancia actual de vida que ve que no podrá ser neutro, debe tener la sinceridad de derivar al paciente a otro profesional de su confianza. Si estoy divorciándome posiblemente durante un tiempo no pueda asumir con neutralidad las situaciones de mi cliente que esté divorciándose también.

Me gustaría contaros Una historia divertida del reconocido psicoterapeuta Milton Erickson sobre la importancia de la comunicación y adaptarse a cada persona.

En sus primeros años como psiquiatra, prestó Erickson sus servicios en una institución en la que pasaba su vida un paciente de unos 25 años. Había sido detenido, unos cinco años antes, por la policía, debido a su perturbado comportamiento, y lo llevaron a la mencionada institución, pero nunca se le pudo identificar, porque no llevaba encima ningún documento, al parecer nadie había denunciado su aparición, y fuera de las frases "me llamo George", "Buenos días" y "Buenas noches", no decía ninguna otra cosa que tuviera sentido. A todo intento de llevar una conversación con él, reaccionaba con largas y rápidas verbalizaciones en una lengua artificial.

Fueron innumerables los psiquiatras, psicólogos, enfermeras, y asistentes sociales -y hasta los pacientes de la misma institución- que habían intentado en vano, en el curso de los años, descubrir un sentido en aquella ensalada de palabras, o conseguir inducir a George a expresarse con claridad. Al final, se le había dejado sólo, y él se limitaba de ir de un lado para otro, murmurando para sí casi incansablemente.

Durante unos pocos días, Erickson se limitó a sentarse durante una hora en silencio, al lado del paciente, que le ignoró. Uno de los días siguientes, se presentó, por así decirlo, al aire vacío, pronunciando de pronto y en voz alta su nombre. George no reaccionó hasta el día siguiente, cuando Erickson volvió a pronunciar su nombre, pero esta vez dirigiéndose directamente a él. Entonces George replicó con una larga ensalada de palabras, en tono enojoso, sin mirar a Erickson. A este arranque respondió Erickson (que se había preparado a fondo para el momento) con otra parrafada, no menos corta, pero de acento amistoso, que sonaba igual que la lengua artificial del paciente, aunque contenía otras pseudo palabras. George pareció muy sorprendido y cuando Erickson terminó, respondió de la misma forma, aunque esta vez la verbalización sonaba a interrogativa. Erickson "contestó" de nuevo con inflexiones amistosas y explicativas.

Al día siguiente se inició la conversación con mutua pronunciación de sus respectivos nombres, seguida de una ensalada de palabras de George de cuatro horas de duración ininterrumpidas. Erickson respondió con otra ensalada de otras cuatro horas (aunque esto le costó quedarse sin comer). A ello siguió una nueva verbalización del paciente, esta vez de dos horas, a la que Erickson -ya algo agotado- respondió con otra de la misma duración.

Al día siguiente se inició de nuevo la terapia con la misma mutua presentación, pero, tras un corto intercambio en la habitual jerigonza, George dijo de pronto: "hable usted razonablemente Dr.", a lo que éste respondió: "¿Por qué no? con mucho gusto. ¿Cómo se apellida usted?". Al cabo de un año George había hecho ya tales progresos que pudo abandonar el establecimiento y encontrar una colocación. A plazos irregulares iba al establecimiento para visitar a Erickson, y, básicamente, para hablarle de su vida. Invariablemente, estas visitas empezaban y terminaban con una ración de ensalada de palabras; y algunas veces añadía con tono seco: "No hace nada mal un poco de insensatez en la vida, ¿verdad doctor?"


Y por ultimo

6/ Mi padre, mi novia, mi marido me dice que vale, que yo vaya al psicólogo pero que él no lo necesita, que él se autoayuda, que es muy fuerte mentalmente y no necesita ni libros, ni a un loquero.

Existen dos creencias erróneas acerca de las personas que acuden al psicólogo, la primera que es gente que está muy enferma.

Y claro, ante esta falta de aceptación y entendimiento de ver las dolencias mentales como algo normal, las personas tendemos a esconderlas, aumentando el estigma.

Y la segunda, que son personas débiles y no pueden solventar sus problemas, ni su sufrimiento.

Pero precisamente es lo contrario, son personas fuertes y valientes, ya que querer venir a terapia entre otras cosas, significa que la persona es capaz de reconocer sus problemas, es capaz de pedir y aceptar ayuda, de afrontar sus dificultades, y de abrirse al dolor que esto implica. Pero no se puede ser fuerte todos los días y a veces, uno acude al psicólogo cuando está cansado de ser fuerte.

El miedo y el desconocimiento de lo que es un psicólogo y la terapia hace que tengamos miedo a desnudarnos anímicamente frente a alguien y que nos juzgue y muchas veces a eso se une el miedo a mirar en nuestro interior y sacar de debajo de la alfombra lo que hemos guardado, nuestras vivencias dolorosas y ver nuestras partes heridas consideradas por nosotros como defectuosas. Ese miedo a ver mi oscuridad o defectuosidad y que mi imagen ideal construida se rompa no me permite ser valiente y pedir acompañamiento o ayuda.


Para finalizar un poco de cine sobre el tema

Hay muchas piezas de cine que pueden ser catalogadas como películas sobre psicología, pero no existen tantas que exploren la relación entre terapeuta o paciente, o que nos muestren las consecuencias que el paso por la consulta de un psicólogo o psiquiatra pueden tener para una persona.

Se trata de un tema más específico, pero no menos actual, teniendo en cuenta la cantidad de gente que confía en los profesionales de la salud mental para reorientar su vida, y la importancia que la figura del terapeuta tiene en nuestro imaginario colectivo. Es por eso que un listado con películas sobre psicoterapeutas y psiquiatras tiene sentido: no sólo nos ofrece unas pistas sobre cómo la sociedad ve la figura del terapeuta, si no que además pueden incluso transformar la idea que tenemos de este rol.


1. La extraña pasajera

Comenzamos el listado de películas sobre psicoterapia con un clásico de los años 40 que es, a su vez, la adaptación al cine de una novela. Se trata de la historia de Charlotte Vale, una mujer largamente sometida a la voluntad de su madre, que al entrar en contacto con un psicólogo ve cómo nace en ella el hambre por vivir la vida plenamente y con autonomía. Es por eso por lo que decide iniciar un viaje que trastocará todo su mundo.


2. Otra mujer

Una de esas películas en las que se entrevé la influencia del psicoanálisis en Woody Allen, el director de esta cinta. Trata sobre una mujer que, desde el estudio que ha alquilado recientemente para trabajar, es capaz de escuchar las sesiones de terapia que se ofrecen al otro lado de su pared. Como segunda e involuntaria paciente, la protagonista empezará a preguntarse, por primera vez, cuestiones que atañen a los fundamentos existenciales de su propia vida.


3. Un método peligroso

Los orígenes del psicoanálisis según el director David Cronenberg, muy conocido por su memorable remake de La Mosca y las películas en las que lo industrial se mezcla con lo orgánico. En esta ocasión, sin embargo, Cronenberg abandona el género del terror y las relaciones extrañas entre el ser humano y la tecnología para hablar sobre las carreras de Carl Jung y Sigmund Freud y sus métodos para ayudar a sus pacientes a regular sus deseos reprimidos.


4. Antwone Fisher

Película basada en hechos reales sobre un marine que es obligado a asistir a terapia por su comportamiento violento. Este filme supuso el estreno de Denzel Washington como director de películas, y lo cierto es que le salió muy bien: una película sobria que trata con sensibilidad los dramas personales del joven marine.


5. El indomable Will Hunting

Un título que ya apareció anteriormente en el artículo sobre las películas motivadoras es también una de las mejores películas sobre psicoterapeutas. Es cierto que la relación establecida entre Will Hunting y el profesor no se enmarca en el cuadro terapéutico formal de una consulta psicológica, pero no es menos cierto que el rol del personaje interpretado por Robin Williams emula el papel que tienen algunos psicoterapeutas a la hora de potenciar el espíritu de superación personal de su paciente.


6. K-PAX

El doctor Powell ve cómo su propio paciente pone en duda los fundamentos de su propia realidad, ya que dice provenir de otro planeta y parece tener una extraordinaria capacidad para encontrar pruebas en favor de su historia. Además de tener un guion con gancho, esta es una de esas películas sobre psicoterapeutas y su relación con los pacientes con más tirón comercial.


7. Los límites del silencio

El actor Andy García encarna a Michael Hunter, un psiquiatra que haber pasado varios años sin trabajar en consulta, decide tratar a un joven adolescente aparentemente traumatizado. Sin embargo, el hecho de que Michael vea en el joven al hijo que perdió hace años hará peligrar no sólo su relación terapéutica con su paciente, si no incluso aspectos que tocan a su propia familia. Una película que nos hace reflexionar acerca de los límites del marco de relaciones entre el profesional de la salud mental y las personas a las que atiende.


8. Una terapia peligrosa

Finalmente, para darle un toque de humor al listado de películas sobre psicoterapeutas y pacientes, recordamos aquella película taquillera en la que Billy Crystal se veía obligado a hacerle terapia a un mafioso (interpretado, cómo no, por el magnífico Robert de Niro).


Helen Flix



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