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TIPOS DE APEGO Y HABILIDADES SOCIALES


El apego se forma durante la infancia, pero nos influencia a lo largo de toda nuestra vida.

 

En la vasta y heterogénea experiencia humana, las relaciones sociales desempeñan un papel esencial para nuestra psique y bienestar, modelando nuestras emociones e influyendo directamente en nuestra calidad de vida.

En este contexto, la conexión entre el tipo de apego que desarrollamos y formamos a lo largo de nuestra infancia y crianza y la forma en que nos relacionamos con otras personas. Desde el arraigo seguro que fomenta relaciones sólidas hasta las complejidades de los patrones ansiosos o evitativos, es importante entender que estas experiencias influyen en la forma en que nos relacionamos a lo largo de la vida.

Descubrir la relación entre el apego y las habilidades sociales no solo proporciona una comprensión más profunda de nosotros mismos, sino que también abre la puerta a estrategias para fortalecer nuestras conexiones humanas y enriquecer nuestras interacciones diarias.

 

 En la consulta trabajamos a diario con personas que se lamentan de su incapacidad social, por eso promovemos la comprensión del porque sus relaciones con amigos, compañeros o pareja no funcionan.

Al descubrir el tipo de apego que la persona ha construido en su tierna infancia le ayuda a liberarse de la carga de culpabilidad o defectuosidad que sentía y además le da la confianza de poder superarse y mejorar.

Es un momento emocional de cambio que le rebela en mayor profundidad la forma en que las habilidades sociales vienen influidas e incluso determinadas por el tipo de apego que desarrollamos en la infancia.

 

Antes de centrarnos en la influencia que reciben las habilidades sociales del apego diferencial que desarrollamos en nuestra vida, es importante establecer una pequeña contextualización sobre este concepto.

 

Tipos de Apego y sus implicaciones psicológicas 

La personalidad, el modo de actuar y relacionarse, el modo

de gestionar y expresar las emociones e incluso la futura elección de pareja, están íntimamente relacionados con el tipo de apego que se ha desarrollado en la infancia entre los padres y el infante.

 

El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona encargada de su bienestar.

Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.


El establecimiento del apego desde la infancia más temprana se relaciona principalmente con dos sistemas: el sistema exploratorio, el cual permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de los sentidos; el sistema afiliativo, mediante el cual los bebes contactan con otras personas.


El apego se compone de tres áreas: la construcción mental que permite establecer la relación de pertenencia e incondicionalidad, la unión afectiva que proporciona sentimientos de alegría y bienestar, y el sistema de conductas de apego focalizado en mantener un contacto privilegiado.  López (2009)

 

¿Cómo se establece el apego? 

En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien tiene más contacto y aparece el miedo ante los desconocidos.

El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.

 

Por ello, desempeña un papel fundamental en la formación de la personalidad y el establecimiento de relaciones interpersonales de formas y maneras concretas.

Los diferentes estilos de apego son: el seguro, ansioso, evitativo y desorganizado.

Un apego seguro, caracterizado por la confianza en la disponibilidad del cuidador, sienta las bases para relaciones sociales saludables. En contraste, experiencias de apego ansioso o evitativo pueden generar patrones menos beneficiosos en las habilidades sociales.

 

Los 4 tipos de apego

A continuación, veremos en qué consiste cada uno de los tipos de apego (propuestos por Bowlby,).


 Está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. Este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad. Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién nacido, no sólo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé. Desde luego, el inconveniente es que esto supone una entrega casi total de parte del cuidador o cuidadora, lo cual puede resultar complicado para algunas personas.

Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego.

No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.

 

 

En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual, frecuentemente genera angustia.  Por eso, en el caso de un apego ansioso-ambivalente el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad.

Las emociones más frecuentes en este tipo de apego son el miedo y la angustia exacerbada ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve.

Los menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de apego.

De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca, una sensación de temor a que su pareja no los ame o no les desee realmente.

Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.

 

Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan de cuidador, se interesan sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano.

Lo constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional.

La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en distintos estudios se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro.

Estos menores viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.

En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad y complicidad en la interacción.

 

Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.

Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo contrario al apego seguro.

Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta.

Los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras personas.

Evitan la intimidad, no han encontrado una forma de gestionar las emociones que esto les provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de las emociones positivas.

De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.

 

La importancia de las habilidades sociales

Las habilidades sociales son el tejido conectivo de nuestras interacciones diarias, determinando la calidad de nuestras relaciones personales y profesionales. Más allá de la simple cortesía, estas habilidades incluyen la empatía, la comunicación efectiva, la resolución de conflictos y la capacidad de establecer conexiones significativas. Un individuo con habilidades sociales bien desarrolladas no solo navega por las complejidades sociales con facilidad, sino que también experimenta una mayor satisfacción en sus relaciones.

Las habilidades sociales sólidas no solo benefician a nivel individual; también contribuyen al bienestar colectivo, fomentando comunidades más saludables y colaborativas. Entender cómo los diferentes tipos de apego afectan estas habilidades es esencial, ya que nos lleva a conclusiones cruciales para abordar desafíos sociales y fortalecer nuestras conexiones humanas.

 

Conexiones entre apego y habilidades sociales

La confianza en la disponibilidad y respuesta positiva del cuidador durante la infancia se traduce en la capacidad de establecer relaciones significativas y saludables en la vida adulta. En contraste, los patrones de apego ansioso pueden manifestarse en una búsqueda constante de validación y temor al rechazo, afectando negativamente la autoestima y la habilidad para relacionarse de manera efectiva.

Por otro lado, aquellos con un apego evitativo pueden mostrar dificultades para establecer conexiones emocionales profundas, prefiriendo mantener cierta distancia en las relaciones. La comprensión de estas dinámicas ofrece una valiosa oportunidad para abordar y mejorar las habilidades sociales.

Estrategias de intervención, como la terapia centrada en el apego, han demostrado ser eficaces para modificar patrones de apego menos saludables, proporcionando a las personas las herramientas necesarias para desarrollar habilidades sociales más enriquecedoras.

 

Las huellas dejadas por los tipos de apego en la infancia reverberan a lo largo de la vida. Individuos con un apego seguro tienden a formar relaciones sólidas y satisfactorias, experimentando una mayor resiliencia emocional frente a los desafíos sociales. Por el contrario, aquellos con apego ansioso pueden enfrentar dificultades en la confianza interpersonal, mientras que los vinculados evitativos pueden encontrar desafíos al abrirse emocionalmente.


La autoconciencia sobre el propio apego y sus posibles efectos en las habilidades sociales ofrece una oportunidad para el crecimiento personal.


La búsqueda de apoyo y la participación en prácticas que fomenten la conexión emocional pueden contrarrestar los desafíos asociados con patrones de apego menos saludables, permitiendo a las personas construir relaciones más sólidas y gratificantes a lo largo de sus vidas.




 

Libros Y Series para saber más del tema:


Libros

Apego adulto. De Judith Feeney y Patricia Noller.

Apego y psicopatología: la ansiedad y su origen. Manuel hernández

Maneras de amar: Amir Levine y Rachel Heller

Con querer no es suficiente Alejandro Vera


Series:

Nueve emociones- Netflix

Mi otro yo

This i sus

Stutz

 

 

 

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